La "Metrópoli relojera", como se suele denominar a la villa de La Chaux-de-Fonds, ha sido inscrita el 27 de junio de 2009, junto con la vecina Locle, en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO por el enorme valor de su urbanismo y de su arquitectura industrial. No es casual que fuera precisamente en este municipio consagrado a la producción de relojes donde surgió el único movimiento Art Nouveau de Suiza, el llamado Style Sapin. El terreno de la Metrópoli relojera era fértil por sus ideas progresistas, las nuevas corrientes de pensamiento, la apertura del arte hacia nuevos horizontes. La riqueza de la industria y el progresismo de sus patrones, el elevado nivel de formación de la clase obrera y la abertura al mundo debida a los constantes intercambios comerciales, son también factores propicios para la eclosión de una corriente modernista.
En 1794, La Chaux-de-Fonds quedó completamente arrasada por un incendio. Sobre las ruinas se elaboró el primer plan de urbanismo que estableció las bases de la villa industrial que prosperaría en el siglo XIX. En este municipio todo parecía pensado para asegurar la eficiencia de la producción relojera. La calidad de la iluminación, la racionalidad de los desplazamientos, el pragmatismo de la planificación urbana, las tipologías de las viviendas obreras y de los espacios de producción contribuyeron a ello. Por ejemplo, en 1870 los patrones grabadores, preocupados por la formación de sus obreros, fundaron la École d'Art. Fue así como, bajo el impulso de Charles L'Eplattenier -director de la escuela-, el Style Sapin alzó el vuelo. Los estudiantes de la École d'Art, entre los que se cuenta el futuro Le Corbusier, serán sus actores principales. Trabajarán igualmente bien los planos y los ornamentos para la villa de un patrón grabador (Villa Fallet) que la estética de las cajas para los relojes (una labor recompensada colectivamente en la Exposición Internacional de Milán de 1906)... pero todo, en La Chaux-de-Fonds, es relojería.